Buenos vecinos. María José Giménez viven en Molina de Segura (Murcia, España), tiene 37 años y baja a la calle para realizar sus compras diarias. La vuelta al hogar es una tortura. Subir las escaleras de su edificio le resta media hora. Para ello debe bajarse de la silla de ruedas en y arrastrarse por las escaleras hasta llegar al segundo piso. El elevador esta averiado hace 2 años y María José, enferma de poliomielitis desde niña y paralizada de cintura para abajo. «Siempre que planteo el arreglo, los vecinos me dicen que no tienen suficiente dinero para llamar a un técnico, así que se ha quedado sin arreglar». Más difícil todavía cuando llueve o la suciedad de la escalera. La mala relación que mantiene con sus vecinos tampoco ayuda. Los niños le roban, escupen e insultan y sus familias hacen oídos sordos. Los servicios sociales le retiraron hace 3 años el servicio de una asistenta que le ayudó en las labores del hogar, sin ella cualquier acción cotidiana supone un reto. Ella cree que cumple los requisitos para que vuelvan a echarle una mano. «Ahora sólo tengo una ayuda económica de 410 euros que me concede la Comunidad», opción que no le permite contratar a un empleado que le ayude en las labores que ella no es capaz de desempeñar. Hogar, dulce hogar.
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